lunes, octubre 08, 2007

Fridaura en la Feria del Libro del Zócalo

Editorial Fridaura participará en la VII Feria del Libro del Zócalo que se llevará a cabo del 12 al 21 de octubre de 2007 en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México.

El stand de Fridaura estará ubicado en el espacio de Editoriales Independientes "Julieta Campos".

El sábado 13 de octubre a las 18:30 en el Café Literario de la Feria se llevará a cabo una lectura de poesía con tres de los autores de la editorial: Guillermo Vega, Arturo Terán y Jorge Contreras.

Están todos cordialmente invitados.

Más información en el sitio oficial de la Feria del Zócalo.

jueves, agosto 23, 2007

Presencia de los autores de Fridaura en Pachuca

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Arturo Terán, Guillermo Vega y Jorge Contreras,
a la entrada de la Feria Universitaria del Libro en Pachuca, Hidalgo.

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Aspecto de la presentación en el Café Literario de la Feria
el pasado 12 de agosto de 2007

Isla de Memoria, de Ernesto Olivera Castro

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El poeta está siempre en peligro porque lucha con fuerzas que no conocen el freno. Es como un pararrayos solitario que recoge toda la exhalación del infinito. El poeta está solo. Debe buscar lo heroico y lo divino entre los hombres, y por eso ha de participar de sus miserias. Revelación y silencio son partes de su misión.

Hay poetas que entran con la cabeza descubierta hasta el mismo centro de la tempestad; son los mismos que sin saberlo también cuentan con el corazón puro de un muchacho. Vivir lo heroico de la vida es lo que le espera al poeta que decide vivir la libertad. Para los que viven transidos por el drama exiliar, la patria es el mundo del “más allá”, es tal vez el sueño cobijado e inseguro del que nunca se llegue a despertar.

En los poemas de Ernesto Olivera ninguna palabra está aislada, ninguna es la primera: todas se han escuchado antes. Siempre se ha dicho algo más de ellas, y siempre de ellas falta algo por decir, porque en estos versos, en este aliento, los signos y las señales apuntan hacia lo lejos. Son poemas que hablan de todos nosotros, ese plural tan indefinido que no encuentra cortejo en el diálogo narrativo, y que solamente en versos se asoma y presiente algo que pudiera establecerse como una unidad dialogante.

Parece, sin embargo, que cuando se comienza a sentir eso, hay que volver a partir, y así volver a recordar lo que una vez tuvimos que dejar. ¿Qué se gana entonces? Un soplo, el soplo de un extraño que cree poder entablar un diálogo en su lengua. Lo que resuena como dicha del que se ha quedado sin patria es, en realidad, un destino universal. Ahí es donde la poesía cumple un papel insustituible, porque la experiencia poética alcanza o vislumbra la única universalidad posible, que es la palabra, aunque permanezca aislada, es decir, sin diálogo.

Ernesto Olivera es un ser de la posmodernidad, por eso su tono romántico no suena extemporáneo. Él puede oír lo que la tierra sorda dice y vivir a un mismo tiempo en las abstracciones. Fue un muchacho con los bordes tallados ásperamente, acaso con gracia, siempre con ternura, y arrojado después al mundo, como esas flores que se echan al mar con la ilusión de que un día regresarán para adornar y alegrar nuestras vidas. Si todo el tiempo se mueve en el borde de los extremos, incluso, allí donde nadie lo sospecha, podrá parecer extraño, porque son muy pocos los que pueden saber dónde se encuentran los límites de los sueños. De un lado puede estar la desesperanza y el sinsentido y del otro la plenitud de la vida, que es siempre un ilusión, un viaje hacia lo desconocido. Por eso su poesía es una lámpara, que se enciende y se apaga, que se apaga y se enciende, con una permanencia en la que nunca nos quedamos a oscuras. Por eso, a su alrededor, deberíamos juntarnos todos, en un tiempo en que, para fomento de nuestro miedo cósmico, tantas falsas estrellas se apagan para siempre.

Elena Tamargo

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Ernesto Olivera Castro

Ernesto Olivera Castro (Guanabacoa, Ciudad Habana, 1962). Escritor y poeta. Editor y Promotor Cultural. Maestro de Literatura, Historia del Arte y Periodismo.

Ha obtenido premiaciones en poesía, teatro y guiones de video ficción. Ha publicado cuatro libros de poesía y diversos artículos en revistas y periódicos, y dictado conferencias sobre historia de la poesía en lengua inglesa, indoeuropea, africana y, una revision crítica de la literatura cubana.

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Dos poetas de su tiempo
Por Rodolfo Martínez Sotomayor

Publicado en El Ateje, revista de literatura cubana, junio-septiembre 2007.

Joaquín Gálvez y Ernesto Olivera son dos poetas habaneros, para ser más precisos, digamos que ambos son de Guanabacoa, esa mítica ciudad que ha dado hijos ilustres, desde Pepe Antonio hasta Lecuona, Ignacio Viña o Bola de Nieve, por citar sólo tres.

Guanabacoa, ese "pueblo embrujado", como dice cierta canción popular, haciendo alusión a la proliferación de practicantes de rituales afrocubanos. Ritos que en decir de ambos poetas, desconocen, aunque no tienen prejuicio hacia ellos.

Es muy difícil, que el hombre escape de sus circunstancias. El hombre asume el peso de la historia, como víctima o cómplice de ella, para el artista, formado bajo un régimen totalitario, no hay forma de salir de esos límites estrechos, se es victima, victimario o pretenderá escapar como un ente contemplativo, pero es demasiado definitorio el control social para no sucumbir ante él. Finalmente, siempre se termina en rebeldía o claudicación.

Joaquín Gálvez y Ernesto Olivera, conocen muy bien ese mundo, nacidos ambos en los años sesenta, bajo un aire mefítico de paredones y amenazas megalómanas de volar la isla en pedazos y al mundo si era preciso. Nunca se nos habló de que los tanques soviéticos aplastaron el empeño de esa Checoslovaquia de 1968, que pretendía vanamente instaurar un socialismo con rostro humano. Nunca se nos dijo que Hungría y Polonia habían padecido la misma suerte.

Sólo nuestros ojos recibían el bombardeo constante de imágenes de la guerra de Vietnam, de una Latinoamérica hambrienta que desconocía el glorioso logro de nuestra libreta de abastecimiento y esos tres juguetes anuales que con la sabiduría del estado para conocer la necesidad de todos los niños cubanos, ya que la individualidad, era un prejuicio burgués, eran catalogados como básico, no básico y dirigido. También estaban definidas nuestras máximas aspiraciones, ser como el Che, se nos hacía repetirlo hasta la saciedad, como una imposición de nuestros deseos al fracaso o la afiliación siniestra por una ideología de la muerte, porque el socialismo, se nos decía, era el destino seguro de toda la humanidad.

Ernesto Olivera, hace remembranzas de esa infancia en un poema cuando nos dice:

... Disfrazado en preescolar 1968,/ un paje de corazón!,/ sin soltar la mano de mi padre por la calle/ sin demagogia sin panfleto/ Oso prudencio/ eras el fastidio/ En la vieja televisión Emerson/ Tus consejos para una vida larga/ Eso no se hace, eso sí se hace/ (Tal prudencia destruyó la rebelión/ que me hizo falta de niño)...

Es por eso la tristeza, las canciones: a la rueda rueda de pan y canela/

No es lo mismo una velita que darse candela/ no es lo mismo el ser que se marcha a uno que regresa/ a la rueda rueda de pan y canela/ dame un besito que la soledad me apresa/ la soledad de pan y canela.

Por su parte, Joaquín Gálvez, en su poema Lost Generation, nos resume esa idea frustrante de la realidad cuando nos dice: Todo se hacía en aras del paraíso,/ cuando creer en paraísos/ es arriesgarse a amanecer/ en su cuarto contiguo: el infierno.

Esa visón la tuvo mi generación, que es la misma de los poetas, al despertar un día, en una especie de ciudad sitiada, no habíamos visto a esa multitud pidiendo paredón en los sesentas, los fusilamientos eran la historia oculta por complicidad o por miedo.

Lo más cruel ante nuestros ojos eran los enormes surcos que desyerbábamos después de un "de pié" a las 5 de la madrugada en un maravilloso campo donde trabajábamos desde los doce años, cuando éramos enviados lejos de nuestra familia, para pagar, con "gesto voluntario", claro, ya que al parecer, los niños cubanos adoraban las ampollas en las manos, esa educación gratuita, de la que debíamos estar orgullosos, porque además, se nos decía, era el sueño martiano.

Ahora era distinto, nuestra adolescencia, con los hechos del Mariel, daba por culminada la inocencia política, se nos señalaba que debíamos aprobar los golpes propiciados en las calles para todo aquel que decidiera abandonar el país, nuestros amigos tendrían que dejar de serlo y ya no serían seres humanos para convertirse en lumpens o escorias, ya no se ocultaban para mancillar. La pretendida solidaridad humana del socialismo, la aprendimos entre esa degradación de las turbas en esos días aciagos de 1980.

Se nos había mostrado durante años lo peor del mundo occidental, una niña corriendo entre las llamas quemada por el Napalm y un joven baleado ante las cámaras en Vietnam, eran repetidas en miles de libros, una imagen fílmica de una manifestación dispersa con mangueras de presión y rostros de jóvenes baleados a quemarropa y cubierto de sangres en plena calle bajo el gobierno de Batista, acompañaban siempre cualquier comentario que hacía alusión al pasado, pero ahora, que no ocultaban ese horror cercano, éramos lanzados a la falta de fe política que llevaba al caos.

Ernesto Olivera, en uno de sus poemas, nos ilustra esta sensación cuando nos dice:

Padre nuestro, / no me dejes caer en la tentación de poseer la rosa sólo por vanidad/

te lo ruego/ líbrame del mal uso de palabras/ como democracia, diálogo, libertad, justicia social, divina justicia, barra de abogados, revolución/ jefe de departamento/

guía espiritual, porvenir, talleres literarios/ del servil discurso para treparse al poder (incluye tiranos de izquierda y derecha, maestros burócratas, lideres de huelgas y algunos empleados tuyos) /Líbrame del esfuerzo decisivo rompe huesos/ destructor de sueños.

Joaquín Gálvez, por su parte nos habla del choque de nuestros desvelos de juventud con el pragmático impuesto por los días, en un sitio que no deja espacio para vivir, acorde a nuestro empeño, donde es imposible de hacer prevalecer el sueño codiciado esa ansiedad la resume en sus versos cuando dice Porque la utopía es una isla/ que nunca se dejará habitar,/ otra muchacha que se suicida y nos dirá también Mentira!

Nunca fuimos historia:

Decapitada, histérica guillotina de la historia/ Que sólo ahora existe un retorno a nuestra porción de hierba... Comprenda, nos urge deshabitar el ayuno, todo ese calendario de agonía,/ en que entontecimos aplaudiendo al caudillo.

Adentrados en los ochenta, tal vez por aquello de que ciertos movimientos sociales se respiran en el aire de los tiempos, Cuba no estuvo exenta de esa explosión de rebeldía ocurrida en la Europa Socialista, que iniciaron los jóvenes. En estos años, los escritores que se van gestando, hasta conformar más tarde la llamada generación de los noventa, según mi propio criterio, los podría dividir en tres grupos, el primero, es el de aquellos que se deciden por una literatura de sometimiento. El segundo utilizando la palabra sólo como un fin, eludían todo compromiso, pero es el tercero, y en este ubicaría a Joaquín Gálvez y a Ernesto Olivera en estos años, el que merece una particular atención, prefiriendo permanecer alejados de la cultura oficial, no fabricaron una obra anodina ni panfletaria, se nutrían de la realidad, se alimentaban de la literatura prohibida que buscaban con el placer que provoca lo negado. Sus escritos crecían en las gavetas. En esta época surgen jóvenes que se rebelaban inconcientemente contra las estructuras del mundo constituido, entiéndase Estado, en este caso, sin embargo, no lo hacían impulsados por un cuerpo de ideas que intentaban imponer, sino gratuitamente, surgen los antihéroes, ellos no eran los jóvenes soñados para muchos en el exilio, que darían largos discursos sobre derechos humanos que ni siquiera sabían que existían, eran jóvenes desarrapados que llenaban los parques sedientos de rock, Dexedrina, alcohol y sexo. El estado decía: pélate, ellos adoraban el pelo largo, el estado decía; odia a los Yanquis, y ellos adoraban escuchar estaciones americanas de FM. La policía y ellos mismos se llamaban Free KISS, versión tropical de la palabra en inglés beso libre, Esta especie de Hippismo tardío de los ochenta no es recogido por ninguna literatura oficial, sin embargo, Joaquín Gálvez nos dirá: Yo también fuí gloria de la Betlemania./ En las aulas, no diseminé el incienso del estudio individual (Einstein decidió extirparme la teoría de la relatividad);/ solamente aprobé el pleito del último hit-parade./ Las desavenencias con mis padres/ hicieron que entrara el lodo en mi corazón. Y me fui a dormir a los parques...

Una experiencia personal ilustra este tiempo, divagando en una clase de geografía, escribí en el forro de una libreta los siguientes versos: Hoy estoy sólo,/ siento a mi alrededor el silencio abrupto/ de una juventud consternada y conformista/ veo en la anáfora de los días las pupilas de quienes me rodean y siento amenaza sobre mi rostro, veo amenaza en cada gesto de fariseo con disfraz de estudiante y descifro en sus sentimientos/ una oculta solidaridad. La libreta fue revisada por la profesora, una combativa dirigente comunista, quien me cuestionó aquellos versos y se encargó más tarde de liderar toda una persecución contra mí, que culminó con la expulsión de aquella escuela por diversionismo ideológico.

No lejos de allí, en Guanabacoa, por aquel tiempo, Joaquín Gálvez y Ernesto Olivera junto a otros jóvenes creadores, pretendían hacer un grupo cultural llamado S.O.S. El grupo fue disuelto por la seguridad del Estado, diciéndoseles que ellos no tenían cabida en la cultura del país.

Los poemas de Joaquín Gálvez y Ernesto Olivera, mas que un grito de su tiempo, son también un locuaz canto a la vida, con su carga de angustia existencial, su erotismo como un ancla que nos salva. El amor al mar está en ambos, esa obsesión presente en una generación de balsas y baños en arrecifes, único aliado al anhelo constante de la fuga, o como nos dice Gálvez: Único puente que sobrevive al horror.

El exilio aparece con sus sombras y su oscura libertad Ernesto Olivera nos dirá que El exilio es un barco que se hunde/ una muerte política/ noches de lluvia sobre cubierta/ zumo de naranja agria, flor del pan de harina/ castillos sin espejos...

En su último libro Isla de memoria nos descubre esa mezcla agridulce de la nostalgia, esa angustia de la lejanía y ese extraño magnetismo que nos hace amar al puerto del que escapamos con todas las desgracias y nos dice entonces Bahía de la Habana/ que más quisiera/ tocarte sin permiso/ antes que yo muera.

Joaquín Gálvez, en su último libro, El viaje de los elegidos cabalga más allá de devotos consumistas e idólatras políticos, como un nihilista que se salva a través del verso, con el candor de los primeros sueños, que ni la sociedad ni el tiempo han consumido. Él le pide al tonto que nunca baje de la colina Confínate para siempre en tu catacumba de asombro. Él es el sensible espectador de todas las catástrofes, nos dirá que La lluvia me muestra las cenizas de todos mis cielos sepultados. Con este viaje, nos echamos al hombro la mochila, cargada de esa belleza interna, único alimento para sobrevivir con el poeta, el rocoso camino de la vida.

viernes, agosto 03, 2007

Fridaura en la Feria Universitaria del Libro en Hidalgo

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Presentación-Recital de Poesía


Dentro de las actividades de la XX Feria del Libro Universitario de Hidalgo,
Editorial Fridaura invita a la
Presentación-Recital de Poesía de los libros:

¿Quién soy otro sino tú?, de Jorge Contreras Herrera
El destino del salmón, de Arturo Terán y Mendoza
Desde la patria del insomnio, de Guillermo Vega Zaragoza

La cita es en los Portales de la Plaza Juárez de la ciudad de Pachuca, Hidalgo,
el próximo domingo 12 de agosto a las 18:00 hrs.

Para información sobre la Feria Universitaria del Libro

jueves, julio 26, 2007

¿Quién soy otro sino tú?, de Jorge Contreras Herrera

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Cuando leemos poesía cruzamos el umbral de lo material, entramos en la otredad del poeta, entonces lo leído ya es dicho por nosotros. Esta es una de las propuestas de la literatura, pero Jorge Contreras -poeta radicado en Hidalgo- no se conforma, nos hace testigos y cuenta el devenir amoroso que le provoca la vocación de poeta y del debate con su musa. Él mismo nos lo dice de manera categórica con los siguientes versos: El amor es terribe/ nos engaña a tal grado/ que nos engaña para siempre.

La visceralidad de los versos es la decantación de algo, que quien escribe atrapa al vuelo, pero no porque sea un cazador de palabras, sino porque recuerda o cree recordar. Para Jorge es continuidad personal, trascendencia que genera su propio ritual, razón del poeta que nos hace partícipes del acto iniciático de la poesía. Alimento que transforma.

El carácter órfico de su poesía es consecuencia de su camino de conocimiento, parece a ratos críptica, pero es la invitación que nos otroga para acceder a la sabiduría nupcial de la palabra. El ritual de purificación viene del idioma del fuego, esta connotación se repite a lo largo del pomario: "la purificación tiene lugar a través de una serie de reencarnaciones", nos dice . P. Blavatski, pero en algún momento debe parar el samsara.

En la construcción de sus silencios, Contreras nos convierte en cófrades de su hermandad poética, somos cómplices del mismo delirio/ aún sin conocernos/ compartimos el mismo espíritu, advierte al principio de su libro. En los poemas reunidos en ¿Quién soy otro sino tú?, Jorge nos muestra a un poeta con oficio, consumado "sacerdote de la palabra".
Arturo Terán

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Jorge Contreras Herrera

Jorge Contreras Herrera (Tizayuca, Hidalgo, 1978). Poeta y promotor cultural. Obtuvo el primer lugar en el Certamen Estatal de Poesía 2001 del IHJ/IMJ, y el primer lugar en Certamen Municipal de Cuento Tizayuca 2006. Ha participado en recitales poéticos desde 1998, movimiento que más tarde sería llamado como "La Generación de Los Ablucionistas". En 1999, publicó en coautoría la plaquette Par Lamento y en el 2000 el libro independiente Esbeltez de vino.

Es fundador de la sala de lectura "Los Ablucionistas". De 2004 a 2006 fungió como encargado del Área de Fomento de la Lectura del Estado de Hidalgo. Fue organizador del "Coloquio de Ilusos o Cada Quien su Herida, así como de "CoLectura de Poemas en Voz Alta", que convocó a buena parte de los poetas hidalguenses.

Sus poemas han sido publicados en revistas tales como Generación, Cuiria y Eclosión, entre otras, así como en periódicos de Hidalgo. En 2007 fue antologado en el libro El sol desmantelado. W. H. Auden revisitado.

Algunos de sus poemas han sido musicalizados por el líder de Estación Wadley "Enrique Ramírez Cipactiblues", y realizó el disco de poesía y música electrónica Caricia sintética o Poesía Midi, en colaboración con Dj Dodo.

El destino del salmón, de Arturo Terán y Mendoza

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"Heredamos dramáticamente/el destino del salmón", dice Arturo Terán en los últimos versos del poema que da título al libro. El salmón, para este autor, no representa indiscriminadmente al género humano, sólo simboliza a aquellos capaces de remar contra corriente, de vencer las adversidades que la vida impone de manera cotidiana.

En especial, este autor joven, dueño de una intuición poetica fuerte, de una amplia cultura y de un oficio que ha dado ya obra notable -tanto en San Pancho Bar, su poemario anterior (2004) como en este que hoy nos entrega-, habla de poetas, de su lucha heróica ante el olvido y la ignorancia.

Sabemos que la poesía es el género literario y artístico que en los últimos años ha perdido más adeptos.Podemos especular sobre las causas, pero lo cierto es que en la actualidad los jóvenes poetas, especialmente, están escribiendo y publicando, muchas veces de manera marginal, para leerse entre ellos mismos.

Es difícil encontrar un lector nato de poesía que no sea, al mismo tiempo, autor de ella. Esto no significa que estemos hablando de un género en vías de extinción, porque, curiosamente, mientras menos lectores hay, vemos que la generación actual de poetas es abrumadora por su número.

Nadie, por culto o vago que sea, tiene una apreciación real de la cantidad de autores que actuamente existen en nuestro país. Nunca como ahora es cierta la frase tristemente célebre del español González de Eslava, que en el siglo XVI se refería a la abundancia de poetas novohispanos: "Hay más poetas que estiércol". En teoría cada poeta es un lector de poesía. Si esto es verdad, no existe tal crisis de lectores, pero es preocupante que la poesía deje de tener una función social, una representatividad, que deje de estar en el gusto y la preferencia de la gente común.

De ello nos habla Terán en El destinos del salmón. El destino, debemos tener presente, como en la mitología, es ineliduble, debemos asumirlo y afrontarlo. Quieran o no los poetas actuales, tendrán que ascender ríos caudalosos, caídas de agua, depredadores y obstáculos que la naturaleza les impone, hasta llegar al origen (la conciencia, la sensibilidad, el humanismo, el sentido estético del hombre) para reproducirse ahí y morir, porque sólo muriendo de esta manera heróica podrá perpetuar su incomprendida especie.
Porfirio García Trejo


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Arturo Terán y Mendoza

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Arturo Terán y Mendoza (Ciudad de México, 1968). Transcurrió su infancia en un bucólico pueblo del Estado de México (Lugar de tortugas, según el toponímico).

Ingeniero civil por la UNAM, transitó de los andamios y el restirador a la construcción de artilugios de palabras donde habita la memoria.

Antes editó Pero me bastan los dedos, libro objeto escrito a mano e ilustrado por él mismo en 2001. En el 200 aparece San Pancho Bar (Ediciones Cuiria/Fridaura).

Figura en las antologías de poesía Hasta agotar la existencia II (Editorial Resistencia, 2003) y 23 años, 23 poetas (Tianguis Cultural del Chopo/Conaculta, 2003).

En cuento aparece en Los mil y un insomnios. Festival del Cuento Brevísimo (Centro Toluqueño de Escritores/Instituto Mexiquense de Cultura, 2006).

Ha sido publicado en diversas revistas literarias y suplementos culturales de periódicos de circulación nacional y local.

Como artista gráfico ha participado en varias exposiciones, tanto individules como colectivas. Viajante inmóvil de la literatura, espera el advenimiento de la locura en los otros para sentirse menos solo.

Desde la patria del insomnio, de Guillermo Vega Zaragoza

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¿Cuándo sabemos que estamos ante un verdadero poeta? Primero tiene que asumirse como (ya lo dijo Jaime Sabines) "el condenado a vivir", "el escribano a sueldo de la vida". Y aún así, eso no parece ser suficiente, ya que, como asevera el amestro Saúl Ibargoyen, nadie puede llamarse poeta si sus versos quedan guardados en la gaveta del escritorio.

Poeta es aquel que pone su obra a consideración de la humanidad toda, pues su aspiración es que lo lea la mayor cantidad de personas, del presente y del futuro. El poeta lo es no porque él lo diga sino porque los demás lo reconocen como tal, y cuando lo ven en la calle lo señalan con el dedo y dicen: "Mira, allí va un poeta", de la misma forma que dirían: "Mira, allí va un delincuente, o una puta, o un santo".

Además, para un poeta, un libro significa también quitarse un lastre de encima y por ello tiene que pagar un precio. Cada vez que alguien lo lee, el poeta se convierte en un ser ultrajado, fracturado, atropellado, constantemente violado en su obra, porque cada lector la interpreta de manera diferente y le dice cosas distintas. Ante esto, sólo le queda agradecer que alguien esté dispuesto a invertir unos minutos de su vida leyéndolo.

Y todo esto le ha sucedido a Guillermo Vega Zaragoza, un poeta que sufre, ama, se angustia y se asombra de las cosas del mundo, porque su oficio es, simple y llanamente, vivir y escribir lo que vive. Y por eso también da las gracias a los que se atrevan a leer este, su primer libro, ya en forma, de poesía.

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"Con un lenguaje engañosamente sencillo, en el que abundan los juegos de palabras, los chistes y las metáforas amargas, Guillermo Vega apela, sin sensiblería, a nuestra inteligencia".

Verónica Murguía, La Jornada Semanal.

"Guillermo Vega es capaz de sacarle jugo temático aun a las cosas, escenas, ambientes o personajes que en apariencia son intrascendentes: es una cualidad envidiable".

Ignacio Trejo Fuentes, revista Siempre!

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Guillermo Vega Zaragoza
Desde la Patria del Insomnio

por Ricardo Muñoz Munguía

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Autor de los libros de poesía Preñar el silencio y Espejo infinito, y el de cuentos Antología de lo indecible, Guillermo Vega Zaragoza (Ciudad de México, 1967) expone en su más reciente poemario, Desde la Patria del Insomnio, instantes diversos que en cierto modo pueden ser parte de una cotidianidad entre otros “Flashazos”, así también se dibujan ángulos del poeta y su quehacer, el erotismo y el mar con sus gestos y alrededores.

Desde la Patria... a primera vista deja la impresión de no hurgar en un lenguaje complicado, sin embargo exige atención para descubrir la atmósfera del humor o de la soledad o del oficio de vivir a dosis de la escritura. Por otro lado, desde el primer epígrafe se dibuja el horizonte: “A las mujeres que con su silencio ayudaron a dar a luz a estos poemas.” Se ilumina el camino erótico, el que nos encontramos en el segundo de los tres apartados. Las imágenes, tanto la de la portada como las que están salpicadas a lo largo del libro, nos insinúan pasar a la sala del erotismo pero al inicio el ánimo no se contagia de la fuerza necesaria y todo parece detenerse en el “laberinto interminable/ de dos mil esquinas/ donde santas y vírgenes liberan/ a los esclavos de la noche”.

Las obsesiones, los estadios, la religión, el erotismo son los cuatro costados del poemario. El alcohol toma presencia en el poeta y éste, a la vez, le agradece su ayuda. La Soledad (“Somos eléctricas alimañas de metal,/ suicidas mariposas solitarias,/ gastando la rugosa carpeta/ que nos lleva a la morada del silencio.”) abre sus alas a lo largo del libro. Lo religioso entra con calzador pues constantemente se da un aferramiento a Dios, aunque de fondo no esté.

El poeta recurre a señalar la personalidad animal que algunos escritores se adjudican y el autor también se siente tentado a ser otro, con la diferencia de no tomar una sola figura y entonces es mejor así, sin nombre del que dicta desde el fondo de la soledad.

Guillermo Vega Zaragoza, Desde la Patria del
Insomnio. Editorial Fridaura (Los Libros del Salmón)
México, 2007; 100pp.


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Guillermo Vega Zaragoza

Guillermo Vega Zaragoza
nació en la colonia Guerrero de la Ciudad de México, el 14 de mayo de 1967, quince días antes de que los Beatles lanzaran el Sargento Pimienta.

Es autor del libro de cuentos Antología de lo indecible, que obtuvo mención honorífica en el Premio Nacional de Cuento Efráin Huerta 2001, que otorga el Ayuntamiento de Tampico (Plan C Editores/FONCA/CONACULTA). Sus relatos han sido incluidos en diversas antologías, tales como Los mejores cuentos mexicanos, ediciones 2002 y 2003 (Ed. Joaquín Mortiz/Planeta).

Ha publicado los poemarios Preñar el silencio (Narrarte, 2001) y Espejo infinito (Editorial Dionisiaca, 2002; mención honorífica del Premio Nacional de Poesía "Marco Antonio Móntes de Oca" 2001). Obtuvo el tercer lugar en el Premio Nacional de Literatura y Artes Plásticas El Búho, 2001.

Es colaborador de la Revista de la Universidad de México, el suplemento La Jornada Semanal y la revista etcétera, entre otras publicaciones.

Es profesor de narrativa en la Escuela de Escritores de la SOGEM, de redacción en la Universidad del Valle de México, y de comunicación en la FES ARrgón de la UNAM.

Estudió Periodismo y Comuicación en la UNAM, Telecomunicaciones en el ITAM y Creación Literaria en la Escuela de Escritores de la SOGEM.

El Loco, de Lucero Balcázar

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Sobre el libro ha escrito Arturo Terán:

“Abandonarse al amor es un camino emprendido por los poetas: es iniciático por lo mucho de similitud que tiene con la locura: viajantes perpetuos de la imaginación. Lucero Balcázar, en un ejercicio de creación basado en la imaginería interpretativa de las cartas del Tarot, nos trae en El Loco la bitácora del viaje de una mujer artista y nos muestra su regreso con el Saber en los ojos. La respuesta es este libro de 78 poemas, uno por cada una de las cartas que forman el mazo. Lucero nos lleva a una lectura, en donde lo visceral de abandonarse a la locura amorosa, al límite, es puesto a salvo por el juego de la imaginación poética”.

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Lucero Balcázar

Sobre la autora:

Lucero Balcázar nació en la ciudad de México. Es poeta, pintora, ilustradora, editora y dramaturga. Ha publicado los libros María Luciérnaga y Semillas para la Ciudad (ambos en Editorial Alas de Libro, 1997), Piel de Poema (Letras Lúdicas, 2002), Amores Carniceros (Letras Prohibidas, 2003) y Mi Caníbal Poeta (Metáforas Prohibidas, 2005). Es autora de la obra de teatro Caja de ReZonancias, que se escenificó en la Casa del Lago de la UNAM y en el Gran Teatro de La Habana, Cuba, en 2004. Se han realizado exposiciones individuales de su obra pictórica en la Universidad Pedagógica de Santiago de Cuba (2005) y en el Centro Cultural Juchitán de la Ciudad de México (2006).

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Remite experiencia de vida la poetisa Lucero Balcázar

  • La obra "El loco" aborda el tema de la locura, la cual está organizado a partir de la estructura del Tarot
  • La escritora se encuentra en México promoviendo su más reciente poemario
Publicado en El Financiero en línea, el jueves 15 de febrero de 2007

México, 15 de febrero.- A partir de una experiencia vivida, la poetisa mexicana Lucero Balcázar aborda el tema de la locura en su más reciente poemario, "El loco", el cual está organizado a partir de la estructura del Tarot.

La escritora que radica en Cuba, y que se encuentra ahora en México para promover su libro, manifestó que desde su infancia "siento una especial fascinación por las bestias, por el caído y por los locos, no sé por qué".

A través del trabajo literario, del cual la autora ya prepara una segunda parte, Balcázar arra sus aventuras, como poeta, con su loco, es decir, su propia zaga, la cual también está perneada con un dejo de ficción erótica y en un ambiente mágico.

Subrayó que con el volumen pretende hacer un llamado a la locura en un mundo donde la cordura pretende ser el esquema a seguir y confronta al lector a través de sus páginas a un amor bestial, "porque todos estamos locos".

La también caricaturista explicó que la disposición de los poemas del libro "lo inserto en las cartas del Tarot, son 78 poemas y me apego a los cánones que tiene el Tarot: bastos, copas, espadas y los 22 arcanos mayores, que serían las principales cartas".

Tras haber sido protagonista de la locura, la autora manifestó que si bien para muchos el Tarot es una medicina alternativa en la cual ncuentran la sanación, "para mí este remanso del alma lo encuentro a través de la escritura". Comentó que el volumen, cuyo tiraje es de mil ejemplares y está ilustrado por artistas cubanos, deja en claro que es la bitácora de una mujer que vive y hace loqueras, "es una medio biografía autorizada".

También tiene un espíritu de denuncia, mediante la cual, entre líneas, pretende abrir los ojos a todas aquellas mujeres que son maltratadas de las más diversas formas y exhibe sin tapujos el machismo cubano, el cual dejó honda huella en su espíritu, asentó.

Pero, acotó la poetisa mexicana, "no todos los cubanos son así, este no es un libro de revancha, al contrario, es un acto de amor, pero hay un momento en que tenemos que cerrar el círculo".

La experiencia de vida la ha llevado a trabajar desde un punto de vista literario en la segunda parte de "El loco", sin embargo, más allá de esa edición Balcázar dijo que también trabaja en un tercer libro, el cual estará perneado de una alta denuncia social y girará en torno a la prostitución.

Como parte de la promoción del poemario, la escritora también promueve a los artistas plásticos que ilustraron el libro, por lo que el 10 de marzo próximo llevará a cabo una exposición en el Desierto de los Leones, donde presentará el libro a través de una lectura en voz alta. (Con información de Notimex/MVC)

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TAROT, POESÍA Y EROTISMO
(A propósito de El Loco, de Lucero Balcázar)
Por Guillermo Vega Zaragoza

Texto leído en la presentación del libro realizada en La Casa del Poeta Ramón Lopez Velarde, el 15 de febrero de 2007.

Una de las versiones más aceptadas acerca del origen de la palabra Tarot es que se trata de la transposición de las letras que forman la palabra “ROTA”, que en latín significa “rueda”, con la adición de una T final para indicar que el final de un ciclo es siempre el inicio de otro.

Pero si rotamos el orden de las letras que forman la palabra encontramos otros significados: “TARO” significa Destino; “TORA”, en hebreo, es Ley; “AROT”, en griego, es Trabajar; “OTAR”, en el mismo griego, es Escuchar; “ORAT”, en latín, es el Verbo, la palabra primigenia, y “RATO” significa Realización. Es decir, podemos construir un axioma a partir del seguimiento de estos significados: la Rueda del Destino es Ley. Trabaja, Escucha el Verbo y Realízate. Qué interesante, ¿no?

¿Y cuál es la fuerza que le da impulso a la Rueda del Destino? Como se sabe, el Tarot es un libro escondido en forma de baraja de cartas. Una de las particularidades de este libro es que su lectura siempre es diferente, por lo que su significado debe desentrañado cada vez que se “abre” ese libro, es decir, cuando se “echan” las cartas. Las cartas del Tarot se dividen en dos categorías: 56 son llamadas Arcanos Menores y 22 son llamadas Arcanos Mayores. “Arcano” para más señas, significa “secreto”. Los Arcanos Mayores son la parte más importante del Tarot. Estos arcanos están numerados del 0 al 21. Cada uno tiene un título especial que aporta una pista importante a su significado.

¿Y cuál es la carta que tiene el número cero; es decir, con la que inician los Arcanos Mayores? Pues precisamente El Loco, que representa la energía original sin límites, la libertad total, la locura, el desorden, el caos, pero también el impulso creador fundamental.

Nos dicen Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa en La vía del Tarot: “Si se elige la interpretación más fuerte, se verá El Loco como un ser desprendido de cualquier necesidad, de cualquier complejo, de cualquier juicio, al margen de cualquier prohibición, un ser que ha renunciado a cualquier demanda: un iluminado, un dios, un poderoso gigante en el flujo de la energía, una fuerza liberadora inconmensurable”.

No es extraño, pues, que Lucero Balcázar –‑poeta, dramaturga, artista plástica—haya tomado esta carta tan poderosa como referencia para la lectura de ese libro que es su vida, o mejor dicho, una etapa de su vida, un ciclo de esa rueda interminable que es la vida, pero que podría ser también la vida de todos nosotros en algún momento determinado.

El Tarot, ahora lo sabemos, al igual que la poesía, que el arte en general, es un espejo donde podemos vernos reflejados para tratar de comprendernos a nosotros mismos, interpretar el aparente caos en que a veces suele convertirse la existencia humana. ¿Y a qué mayor caos nos podemos enfrentar que a ese desorden físico, mental, fisiológico, metafísico y trascendental al que le hemos puesto el nombre de amor?

Como bien lo ha dicho Arturo Terán, en un ejercicio de imaginación, Lucero Balcázar “nos trae en El Loco la bitácora del viaje de una mujer artista y nos muestra su regreso con el Saber en los ojos”. La autora le pregunta a El Loco del Tarot sobre ese otro loco que la mujer-poeta encontró, se enamoró, padeció y, parecer, tuvo que dejar ir:

“Es por eso que esa noche El Loco
Salió de El Tarot
Para que yo lo impulsara a escribir
Bajo mi lupa”

Los 78 poemas que conforman el libro –uno por cada una de las cartas del Tarot— cuentan la historia de ese Loco que a veces nos parece el ser amado. Poco importan las particularidades y los sitios específicos. Lo importante es que a fin de cuentas EL Loco, el ser amado, nos dice siempre lo mismo, como nos lo muestran Jodorowsky y Costa: “Déjate poseer por un espíritu más poderoso que el tuyo, una energía impersonal. No se trata de perder conciencia, sino de dejar que hable la locura original, sagrada, que está en ti”. ¿No es eso precisamente lo que experimenta el enamorado: una especie de posesión por parte del otro, y al mismo tiempo un deseo de posesión que puede alcanzar niveles de verdadera locura? Escribe Lucero Balcázar:

“Sobre la piel de Loco
He escrito dibujado
Ido y venido
Poemas estrellas
Mi casa fue
Sus entrepiernas
Tu falo
Fue mi micrófono
Mi lápiz
Mi Pincel
Con tinta de semen
(Y peor locura
Es la de no arrepentirse aunque el orgullo
Nos esté tragando)
Y sin embargo tú
Fiel a tu oficio
Sientes que la virgen te habla
e impávido vuelves a mirar el cielo”

Con urgente erotismo, de hembra, de mujer herida; con ternura desbordada, de niña que observa a un insecto de colores fulgurantes; con perplejidad de poeta, que disecciona con paciencia de cirujano esa otra realidad que gobierna la existencia humana, Lucero Balcázar nos ofrece este libro que da testimonio de una lectura sobre el amor, la pasión, el cuerpo y el alma, para que nosotros, los lectores, nos veamos reflejados en él y también emprendamos nuestra propia autoexploración. Ya se dijo antes, pero vale la pena repetirlo: la poesía es un espejo de palabras donde podemos vernos reflejados. Y al igual que el Tarot, requiere que lo interpretemos y apliquemos su axioma: “La Rueda del Destino es Ley. Trabaja, Escucha el Verbo y Realízate”.

¡Muere, gusano, muere!, de Jesús Vicente García

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¿Qué puede ocurrir cuando surge en espacios y tiempo difusos, la vengativa personalidad de un asesino de no-lectores? En principio, hay dos terribles consecuencias: que el valeroso perito y detective literario, Paul Ámsterdam, tras un ímprobo esfuerzo por estar lúcido, se pone en acción y que dada la índole de la amenaza pueda imaginarse una epidemia que acabe con la humanidad.

La novela, de ritmo rápido, imaginativa, inteligente, burlona, crítica, como otras obras de Jesús Vicente, nos lleva a una aventura en los más oscuros barrios futuristas. La idea argumental, original y ácida, se desarrolla en la lucha de un equipo de peritos en letras, llamados "detectives literarios", contra un misterioso ser-holograma-amenaza, que sin piedad asesinará a aquellos que no leen. La idea trabajada es un verdadero divertimento, curioso, además, en su originalidad , puesto que el arma asesina serán los separadores de libros, que serán combatidos por los unidores, darán lugar a separadores-unidores, que cambiarán las realidades a través de alucinaciones y desafíos para estas torturadas mentes de los valientes investigadores.

Paul Ámsterdam, Johnny Paper y Shaba Words constituyen ese magnífico trío, empeñado en la misión de destruir al malvado RVM. El Jefe Leo no puede faltar y tampoco el amor. El amor de Ámsterdam por esa mujer morena, alta, hermosa, aprentemente inalcanzable: Karina Reed.

Al lector le van interesando esos seres marginales, decididos, iconoclastas, que defienden la lectura en un mundo de confusiones mentales, donde se invoca a Philip K. Dick y a Joyce, donde los robots beben hasta la saciedad, en la mejor línea humano-alcohólica-de cantina; mundo donde los buenos queman los libros y los malos matan por ellos. Hay una sugerencia constante en la descripción de ambientes, esas casas azules de anchas puertas, bajo la luz artificial, dos gatos saliendo de una ventana con luz: ¿Magritte? Un cierto toque de surrealismo, de melanolia. Y, aparte, el descaro alburero en las amenazadas calles.

¿Qué está pasando? Jesús Vicente nos arrastra a una de esas paradojas en que tanto se inquieta el que lee como el que no, en que no sabes en qué punto estás y, como en todas las provocadoras novelas del autor, uno tiene que acabarla sin remedio. Eso sí, con música de jazz como telón de fondo.
Blanca Mart

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Una novela peligrosa
por Guillermo Vega Zaragoza

Reseña publicada en la Revista de la Universidad de México, número 36, febrero 2007

Este libro es sumamente peligroso. Es más, debería venderse envuelto en celofán con un cintillo que dijera: “Novela peligrosa. No se deje al alcance de lectores inexpertos”. Y no sólo es peligroso por su tema ‑la historia de un asesino en serie que se dedica a eliminar a los malos lectores‑ sino por la forma en que está narrada, en la que el autor prácticamente dinamita todas las ideas preconcebidas acerca de lo que debe ser una novela, por lo menos en lo que respecta a la anémica literatura mexicana.

El protagonista de la historia se llama Paul Ámsterdam, un “perito literario”, especie de blade runner alcohólico y pacheco, que se dedica a investigar delitos de “lesa literatura”, por ejemplo, plagios y otras atrocidades. Todo se desarrolla en una época futura no claramente definida en un país que (asumimos, porque nunca se menciona) es un México no muy diferente al actual, si acaso con un poco más de vileza y tecnología de punta, con los mismos bares, las mismas calles, el mismo Metro, la misma locura y la misma corrupción desatada. Nuestro héroe es tremendamente culto, pero también tremendamente romántico hasta rayar en lo cursi; es, como lo define el narrador, “un inteligente transformado en imbécil por una droga llamada mujer”, encarnada en la portentosa Karina Reed.

Como en toda buena novela negra, el detective recibe la encomienda de investigar un caso que parece de rutina: la aparición de varios cadáveres sin relación entre sí, hasta que Ámsterdam encuentra la conexión que lo lleva hacia un mediocre escritor que ha inventado un arma mortífera: un separador de libros que provoca alucinaciones pesadillesca que conducen hasta la muerte a los malos lectores. Es decir, el primer y verdadero lecticida de la literatura nacional y me atrevo a afirmar que mundial. (Desde luego, no podemos dejar de recordar al asesino de malos escritores de la cáustica novela El miedo a los animales, de Enrique Serna, nada más que éste los desnucaba a diccionariazo limpio).

El problema es que siendo tan buen lector, Ámsterdam también es víctima de las alucinaciones provocadas por el “unidor” (que es como el asesino llama al separador de libros), aunque no logra eliminarlo por completo. El asesino, que responde al nombre de Rosario Víctor Madrid, es sumamente escurridizo y siempre logra escapar. ¿Logrará atraparlo nuestro héroe antes de que deje despoblado este país donde los buenos lectores no se encuentran precisamente en cada esquina, ni siquiera en lugares que se supone deberían estar plagados de ellos (una escuela de escritores, por ejemplo)?

Al estar situada en un futuro posible y con una trama criminal, se podría sucumbir a la tentación de encasillar esta novela en el subgénero de la ciencia ficción policiaca, sendero que inauguró Isaac Asimov con su saga robótica. Sin embargo, el libro de Jesús Vicente García abreva de muchísimas más fuentes literarias, con innumerables referencias a la literatura misma, a autores y obras de las letras mexicanas y universales. Sin embargo, tampoco hay que caer en la equivocación de considerarlo como “literatura sobre la literatura”, como una obra críptica sólo apta para iniciados y exquisitos, vicio tan extendido en nuestras letras nacionales desde hace mucho tiempo y que una generación reciente de escritores ha asumido como estandarte, inundado el mercado editorial con obras muy bien escritas, nomás eso faltaba, pero cuyo aliento vital es el de verdaderos zombies. Es decir, son obras carentes de vida, de eso que sucede allá fuera y no solamente en los libros, de esa vida que hay que llevar a las páginas para no llenarlas sólo con letras muertas.

A contracorriente de esta tendencia necrófila que lamentablemente campea en las preferencias de escritores, editores y críticos nacionales, como en su novela anterior, El Gran Vals (que es el nombre de un antro de mala muerte realmente existente del centro de la ciudad de México), Jesús Vicente García logra trasladar a la literatura los olores, los colores, los fluidos, los sonidos y las sensaciones de las calles de la ciudad, con sus mendigos y policías, con sus prostitutas y oficinistas, con sus diosas y monstruos cotidianos, con sus amores y desamores. En este ambiente, donde el autor se desenvuelve como pez en el agua, suceden las historias y las desventuras de nuestros héroes, con los que podemos identificarnos porque están vivos, porque hablan, viven, aman y sufren como cualquiera de nosotros, se emborrachan, se enamoran, padecen los estragos de las crudas, los mandan a volar, se vuelven a emborrachar y, por si fuera poco, tratan de salvar a la humanidad, o, bueno, de salvar a la multitud de malos lectores amenazados por el ánimo justiciero de un escritor mediocre convertido en asesino.

Pero más allá de las virtudes literarias intrínsecas que el autor ha logrado plasmar en esta obra (narración vertiginosa, atrevidos juegos espacio-temporales, lenguaje brillante y desenfadado, humor corrosivo y aplicación innovadora de diversas técnicas narrativas), lo cierto es que esta novela de Jesús Vicente García es un sincero y amoroso elogio a la lectura. Y eso se nota en las innumerables referencias, guiños, alusiones y bromas literarias que introduce el autor a lo largo de la trama, sin ningún ánimo de parecer erudito y alardear de sus amplias lecturas, sino simplemente porque ama y venera a esas obras y a esos autores que le han prodigado tantas historias y personajes que forman parte de la vida de cualquier lector apasionado.

(Texto leído durante la presentación del libro el 31 de agosto
en el Foro Rodolfo Usigli de la Escuela de Escritores de la SOGEM)

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Jesús Vicente García nació el 19 de julio de 1969 en la Colonia Obrera de México, D.F. Ha sido ayudante de albañil, chícharo de imprenta, mensajero, obrero, capturista, redactor, monitorista, reportero, entre otras ocupaciones. Actualmente es corrector de estilo en el periódico El Universal.

Tiene estudios de Comunicación y realizó el Diplomado en Creación Literaria en la Escuela de Escritores de la SOGEM. Ha publicado el libro de relatos Transbordo (UAM Xochimilco, 2002) y su primera novela El Gran Vals (Plan C Editores, 2001).

Sus relatos han sido antologados en Generación XXI, Autores de la SOGEM (1998), Animalia. Bestiario Fantástico (Solar Editores, 1999), Juntos Andan. Antología de Cuento del México Contemporáneo (Plan C Editores, 2004), Di algo para romper este silencio. Celebración por Raymond Carver, 2005), Los mil y un insomnios. Antología del Festival del Cuento Brevísimo (Instituto Mexiquense de Cultura, 2006) y Aquí no hay invierno (Colectivo de Escritores de la Ciudad de México, 2006).

Fue finalista en el Concurso de Cuento Josefina Vicens, convocado por la SOGEM y la Editorial Daga. Ha dado charlas sobre literatura en diversas instituciones educativas y participó en el XI Encuentro de Escritores del Sur en Acapulco Guerrero.

Fue colaborador y miembro del consejo editorial de la revista Cuiria. Sus cuentos, reportajes, entrevistas, poemas y crítica literaria han sido publicados en los diarios La Tarde, El Sol de México, El Financiero, La Jornada, El Sur, y en los suplementos de Tabasco Hoy y México Hoy, así como en el semanario Ciudad Capital y en las revistas Universo del Búho, Asimov, Amate, Crótalo, y en la página electrónica alo.com.

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Jesús Vicente García durante la presentación de su novela en el Colegio de Bachilleres

Pequeña sonámbula, de Inés Parra

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Muerte, desamor y desesperanza son los temas recurrentes que presentan los poemas de Inés Parra en Pequeña sonámbula. Se trata de un es un poemario autobiográfico en donde Inés Parra, narra de una manera atinada momentos importantes en su vida, materia prima para el trabajo poético reunido en los versos.


La autora afirma:"Lo único que sé hacer bien es escribir poesía y no concibo mi vida sin este placer, en donde puedo reflejar mis más íntimas emociones. La poesía es luminosa, abre caminos, deja ver otras salida, otras posibilidades de vivir. Es una forma que tiene el ser humano para expresarle al mundo todo su sentir a través de la escritura”.


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Inés Parra

Inés Parra es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Algunos de sus textos han aparecido en revistas literarias como Cuiria y Deriva, así como en la antología de poesía Hasta agotar existencia II.


Ha participado en recitales de poesía en la Feria del Libro del Zócalo de la Ciudad de México, en sus ediciones 2004 y 2005. Actualmente se encuentra preparando su segundo libro de poesía, y el primero de cuentos y relatos infantiles. Obtuvo este año la beca Artes por Todas Partes.



San Pancho Bar, de Arturo Terán y Mendoza

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Eusebio Ruvalcaba sobre San Pancho Bar:

Leo San Pancho Bar del joven poeta Arturo Terán y Mendoza, publicado por ediciones Curia y Fridaura. Me sorprende de inmediato la capacidad de este hombre de adentrarse en la noche y desmenuzarla para devolvernos sus secretos. La noche con todo lo que implica como sangre que da calentura y vigor en barrios bravos de la Ciudad de México. De una cantina en otra, de un bar en otro, Arturo Terán se empeña en extraer la belleza, que es la vida en sus manifestaciones más descarnadas, sea a través del alcohol o de la mujer, como elementos protagónicos, a tal punto de que el coctel de la crueldad femenina y de la lucidez propiciada por el trago, constituyen el hilo conductor de su poemario.


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Arturo Terán durante una lectura de su obra
en el Colegio de Bachilleres


No son poemas de cantina o dos paradojas

Por Salvador Bretón


Reseña publicada en la revista Universo del Búho,

número 76, Julio de 2006

Fonda San Francisco, Cantina San Francisco. Bien puede tratarse de un establecimiento en el centro de una ciudad o de una cabeza, eso sí compuesto de estampas recogidas en servilletas, papel de estraza, memoria electrónica o craneal. El nombre de un bar como título para un poemario no significa que el alcohol corra por el caudal de sus páginas como pudiera pensarse por el texto en la cuarta de forros. Recibí el ejemplar de las manos del autor, conversamos un poco: tres o cuatro días atrás había sido víctima de robo de automóvil en ausencia de conductor. Esto no le preocupó. La compañía aseguradora le proporcionará su similar motorizado, son los trescientos ejemplares –de quinientos– a 84 páginas cada uno que componen su ópera prima en el género de la poesía y formato de libro impreso que iban en la cajuela. Arturo, el vate y viñetista, padeció la ignominia de tratar de explicar el costo del daño colateral a un ajustador incapaz de comprender la necesidad del propietario por encontrar su carro; sucedió en su Netzahualcóyotl querido. Luego charlamos acerca de las posibilidades de recuperar algunos ejemplares en los tianguis regados en centro y periferia metropolitanos, donde suelen ir a parar libros y otros objetos de procedencia dudosa, a precio de remate o por kilo.

Refugios, San Pancho Bar y Poemas para Pablo. Cada tercio reúne emociones de calibres diferentes antecedidas de sendos epígrafes: Max Rojas, Tite Curet Alonso en la voz de Héctor Lavóe –letra de una canción orquestada por Willie Colón– y José Emilio Pacheco, respectivamente. Juanito Alimaña es el nombre del personaje y de la rola hecha cita por Arturo. Paradoja primera entre la poesía y la vida: tal vez fue víctima de robo por un ratero urbano que se fugó de su cita para asestarle un “no te metas conmigo, que sigo siendo aquél”.

Escribir es una pulsión que induce a tomar bolígrafo, lápiz, pluma fuente o cincel para expresar algo que el autor sabe surge de sus manos y no suele escapar de sus dedos hasta verse hecho impronta; letra impresa en cualquier formato que valen para lo mismo cuando las emociones terminan por desbordarse y convertirse en versos de alturas disímiles, como ir de Acapulco a Toluca pasando por el volcán o adentrándose metros bajo el nivel oceánico. Las herramientas empleadas para emprender ascensos y descensos son la percepción, el recuerdo vívido y el verso libre de ritmo interno, que dan cohesión a su movimiento constante.

Desde el punto de vista editorial el resultado se debe a la conjunción de esfuerzos entre Cuiria Ediciones, Editorial Fridaura y un tercer coproductor. Se trata de una publicación independiente y el cuidado puesto en ella denota cierto rigor de los editores, excepto por el hecho de carecer de ISBN y, si bien hay quienes piensan que éstas son mamonerías burguesoides, es sabido que cadenas distribuidoras de libros no los exhiben por carecer de tal numerito o un código de barras… mucho depende de cuan independiente se quiera ser o no, a veces se trata de recursos, otras de ignorancia, ¡qué sé yo!

Es, sin embargo, el primer esfuerzo de una serie de pujanzas en el terreno, siempre resbaladizo, de expender un producto en un mercado que no acostumbra leer aquello carente de imagen en pantalla u otros recursos similares… “Qué bueno que no lea, así será más feliz”, es una de las frases que pasarán a la historia dentro de las grandes erratas o malentendidos que deja la administración foxista. A su vez, en términos mercadológicos, hay un público a conquistar con textos de calidad y ediciones que apuesten a establecer un changarro que emplea imaginación, papel, tinta –por no ahondar en la cantidad de trabajadores requeridos a nivel industrial– como materias primas. La segunda paradoja: sin la obtención de becas gubernamentales por concurso, proyectos como Cuiria –en su primigeneidad financiados de forma independiente– que surgen del intercambio de ideas y la retroalimentación de quienes pasan por estos, demuestra que todavía hay un mínimo de sentido común en las instancias culturales del Estado encargadas de impulsar la cultura en este sexenio perdido; los dos que tres avances reconocibles no compensan las pérdidas a la hora de sacar el total… números rojos. Salud.

miércoles, julio 25, 2007

Esto es Fridaura

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En Fridaura nos dedicamos a hacer libros. El objetivo es apostarle a la literatura, porque creemos que el arte es el mejor camino para llegar a la lucidez, aun en la locura de editar libros.

A mediados de 2005, salió a la luz San Panchos Bar, de Arturo Terán y Mendoza, un poemario que refleja el acontecer nocturno e interno de quienes les tocó vivir en una ciudad tan caótica, pero que desean amar. En el primer trimestre de 2006, se publicó la novela, ¡Muere, gusano muere!, de Jesús Vicente García, abriendo así la colección de narrativa Los Libros de Pamelo.

Pensando en esta nueva forma de presentar a nuestros poetas, se creó la colección Los Libros del Salmón, donde han salido a la luz dos poetizas: Inés Parra, con Pequeña sonámbula, quien, con el pretexto de la muerte, da un nuevo aliento a las letras nacionales, y Lucero Balcázar, con El Loco. Ella utiliza el tarot y muestra las posibilidades del amor y el desamor.

Se encuentran ya en prensa obras de diversos autores noveles y no tan noveles, pero que, al igual que la editorial, desean elevar el vuelo para hacerse mirar por los lectores. El objetivo, por lo tanto, es publicar literatura de autores con nuevas propuestas y que en ocasiones no tienen cabida en otras editoriales. Nuestra labor es darlos a conocer al público ávido de este ritmo que sólo tienen los que son capaces de dar la vida por la palabra escrita.

Si Don Quijote de la Mancha se decidió un día salir al campo a buscar la aventura, Fridaura sigue su ejemplo: salimos a la plaza pública y nos metemos en los archivos y cajones de los escritores para invitarlos a esta quijotesca aventura de hacer libros y, por qué no, volvernos locos a través de la palabra. Vale la pena.